Nuestro glorioso y emblemático colegio San Juan de Chota, cumplió el 15 de Mayo del presente año 2011, 150 años al servicio de la Educación Nacional, chotanos y sanjuanistas afincados en diferentes lugares del país y el extranjero, le hemos rendido merecido homenaje, difundidos a través de los diferentes medios de comunicación.
Sin duda, el Colegio San Juan, siempre ha estado vinculado a la fiesta brava, costumbre traída por los españoles desde que llegaron a conquistar el Perú. Un antiguo documento de nuestro archivo, indica que el 11 de Junio de 1861, día de la inauguración del colegio, se ofreció una corrida de toros.
Las corridas se realizaban en la plaza de armas, después en el mercado donde funciona hoy la Escuela Normal.
Cada sección obsequiaba un toro, lo mismo los profesores y el director. Las moñas, enjalmes, rosones, se hacían en casa, incluso se “vestían” las banderillas. Los alumnos de quinto año se encargaban de la compra de los toros de las haciendas de Chala, Quilcate, Santa Clara, Chetilla y Cadmalca. Eran toros, ariscos, sin casta, embestían más al cuerpo que a la capa. Se decía que la fiesta estaba buena cuando el toro mataba a algún torero; los lidiaban los mismos toreros campesinos y los que después llegaron de España, tales como Juan Fernández “El Vizcaíno”, Charlot, Chaplin y sus botones; Adolfo Rojas “El Nene” y otros llegaron después.
El recordado Regente, señor Antenor Tantalean Zorrilla, gran taurófilo y deportista, se encargaba de visitar los salones para que los alumnos dieran el nombre de sus toros: “El Sanjuanista”, “El Palomilla”, “Vaquero”, “El Jalao”. Las alumnas le ponían el nombre de “Guevarona” y “Minshula” cuando eran vacas; las dedicaciones se hacían a los vecinos pueblos de Cutervo, Santa Cruz, Bambamarca y otros lugares.
Faltando algunas semanas para el día 24 de Junio, los sanjuanistas nos hacíamos la vaca con el objeto de dirigirnos al toril y ver la llegada de los toros procedentes de diferentes haciendas. “Aquel debe dos muertes”, “el otro es matrero” eran los comentarios de los vaqueros. Celestino Cieza, torero campesino, junto con los Montes y Floro Bautista, cuidaban los toros.
Una semana antes, había ensayos de la banda de músicos del colegio San Juan, para dar el albazo, asistir a misa, la corrida de toros y la retreta en el tradicional día sanjuanista el 25 de Junio, claro que la dirección del plantel nos invitaba el café en el nocturno de “Don Gallito” y de don Isidro “Coche Gonzales”.
Momentos antes de la corrida hacía su ingreso a la plaza los chalanes montando briosos caballos bien enjaezados, por allí estaba Román Saucedo “Caldo Flaco” y el viejo Pozo entre otros.
El señor Antenor Tantalean se encargaba de colocar las moñas, enjalmes armado de una lezna y hasta le frotaban con rocoto por debajo de la cola, para que los toros se hagan más bravos.
Algunos colegiales se pasaban la tarde bajo los palcos para echar miraditas por entre las rendijas de las tablas, teniendo grandes sorpresas ya que en aquel entonces no se usaban medias panti.
Inolvidable fiesta sanjuanista donde había que estrenar “chacha” nuevo con sus noches bailables y de pirotecnia, caspiroletas, retretas y romances, globos y tanta cosa; fiesta sanjuanina que con el trascurrir de los años solo queda la añoranza y una lágrima que humedece el recuerdo de momentos que se fueron y jamás volverán.
Sin duda, el Colegio San Juan, siempre ha estado vinculado a la fiesta brava, costumbre traída por los españoles desde que llegaron a conquistar el Perú. Un antiguo documento de nuestro archivo, indica que el 11 de Junio de 1861, día de la inauguración del colegio, se ofreció una corrida de toros.
Las corridas se realizaban en la plaza de armas, después en el mercado donde funciona hoy la Escuela Normal.
Corrida de Toros en la Plaza de Armas de Chota - Año 1901
Cada sección obsequiaba un toro, lo mismo los profesores y el director. Las moñas, enjalmes, rosones, se hacían en casa, incluso se “vestían” las banderillas. Los alumnos de quinto año se encargaban de la compra de los toros de las haciendas de Chala, Quilcate, Santa Clara, Chetilla y Cadmalca. Eran toros, ariscos, sin casta, embestían más al cuerpo que a la capa. Se decía que la fiesta estaba buena cuando el toro mataba a algún torero; los lidiaban los mismos toreros campesinos y los que después llegaron de España, tales como Juan Fernández “El Vizcaíno”, Charlot, Chaplin y sus botones; Adolfo Rojas “El Nene” y otros llegaron después.
El recordado Regente, señor Antenor Tantalean Zorrilla, gran taurófilo y deportista, se encargaba de visitar los salones para que los alumnos dieran el nombre de sus toros: “El Sanjuanista”, “El Palomilla”, “Vaquero”, “El Jalao”. Las alumnas le ponían el nombre de “Guevarona” y “Minshula” cuando eran vacas; las dedicaciones se hacían a los vecinos pueblos de Cutervo, Santa Cruz, Bambamarca y otros lugares.
Faltando algunas semanas para el día 24 de Junio, los sanjuanistas nos hacíamos la vaca con el objeto de dirigirnos al toril y ver la llegada de los toros procedentes de diferentes haciendas. “Aquel debe dos muertes”, “el otro es matrero” eran los comentarios de los vaqueros. Celestino Cieza, torero campesino, junto con los Montes y Floro Bautista, cuidaban los toros.
Una semana antes, había ensayos de la banda de músicos del colegio San Juan, para dar el albazo, asistir a misa, la corrida de toros y la retreta en el tradicional día sanjuanista el 25 de Junio, claro que la dirección del plantel nos invitaba el café en el nocturno de “Don Gallito” y de don Isidro “Coche Gonzales”.
Momentos antes de la corrida hacía su ingreso a la plaza los chalanes montando briosos caballos bien enjaezados, por allí estaba Román Saucedo “Caldo Flaco” y el viejo Pozo entre otros.
El señor Antenor Tantalean se encargaba de colocar las moñas, enjalmes armado de una lezna y hasta le frotaban con rocoto por debajo de la cola, para que los toros se hagan más bravos.
Tradicionales Palcos
Algunos colegiales se pasaban la tarde bajo los palcos para echar miraditas por entre las rendijas de las tablas, teniendo grandes sorpresas ya que en aquel entonces no se usaban medias panti.
Inolvidable fiesta sanjuanista donde había que estrenar “chacha” nuevo con sus noches bailables y de pirotecnia, caspiroletas, retretas y romances, globos y tanta cosa; fiesta sanjuanina que con el trascurrir de los años solo queda la añoranza y una lágrima que humedece el recuerdo de momentos que se fueron y jamás volverán.
JOSÉ VILLANUEVA DÍAZ
